Reflexión: oficiales

 

   A lo largo de este fin de semana se han continuado celebrando los cursos de pretemporada de los distintos Comités Técnicos de Árbitros de las federaciones territoriales.

   Como comentábamos en el anterior post, estos cursos son el pistoletazo de salida para las distintas competiciones y donde se ponen a prueba los conocimientos y condición física de los árbitros, y su primera prueba de fuego. Ser considerado “no apto” supone no empezar la temporada hasta haber superado la prueba errada.

   A tenor de esto, y viendo, por desgracia, cuantas situaciones se han venido produciendo, y se producirán, en los pabellones, surge una cuestión: Si los árbitros deben pasar pruebas y test, temporada si y temporada también, ¿no deberían pasarlas también, por ejemplo, los oficiales?



    Antes de continuar hay que aclarar que, aunque se hable en términos globales, no es una crítica hacia el 100%, cada cual que se dé por aludido, si así lo considera. 

   Los oficiales, divididos en tres cursos, tratan aspectos de las reglas de juego durante la asignatura que tienen y, para algunos, ahí acaba su formación en reglas. Otros, por supuesto, siguen leyendo y releyendo el reglamento (y son personas con las que se puede tener una conversación sobre reglas, en muchos casos, muy fructíferas), pero la reflexión no trata de estos últimos. 

   Semana si, semana también, los árbitros han de enfrentarse a oficiales con escasa formación en el aspecto reglamentario, aguantando quejas y protestas, en algunos casos, sinsentido. En ocasiones, estas protestas tratan de cubrir la carencia del oficial en cuestión sobre un determinado aspecto del juego, o tratar de encubrir su error, cargando la culpa sobre un supuesto error del árbitro. (Todos hemos visto lanzamientos que se marchan fuera por mucho y, entonces, este oficial, protesta unos, supuestos, pasos cometidos 4 ataques antes, para cubrir este error, por ejemplo).

   Además, son muchos los entrenadores que, una vez perdido el partido, a falta de X minutos, por malas decisiones técnico-tácticas suyas, empiezan a provocar a los árbitros, de forma descarada, para ser sancionados y, con ello, tener la excusa perfecta: “es que mira el árbitro que malo es, que me ha sancionado por decirle “hola” y, claro, nos ha sacado del partido y así no se puede jugar”. Por supuesto, cuentan con el apoyo de cuantos les escuchan. Los árbitros no.

  Eso sin contar las veces que, por supuesto, se exige a los árbitros una formación impecable porque “cobran por arbitrar”. Olvidándose ellos mismos que también cobran por entrenar (por desgracia, no todos, pues creemos que la formación y el trabajo deberían estar remunerados), y que también deberían tener una formación impecable. Eso sin mencionar que, en muchas ocasiones, estas protestas se dan en categorías de base, olvidándose por completo de cuál debería ser la función ideal de todos los actores participantes en esos partidos.

   Como reflexión: Si los árbitros han de pasar pruebas, físicas y teóricas, todas las temporadas, ¿no deberían pasarlas, acordes a su función, los oficiales?

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